Tal día como hoy en 1455: Johannes Gutenberg imprime la primera Biblia en una imprenta La invención de la imprenta con caracteres móviles, es uno de los grandes hitos de la historia de la cultura universal.
La Biblia de Gutenberg, también conocida como la Biblia de 42 líneas o Biblia de Mazarino, es una edición de la Vulgata, impresa por Johannes Gutenberg en Maguncia, Alemania, en el siglo XV. Tras la impresión por el propio Gutenberg del Misal de Constanza a modo de ensayo en 1449, la Biblia es considerada el primer libro impreso a gran escala mediante el sistema de tipos móviles, fue su mayor trabajo y tiene el estatus de icono por simbolizar el comienzo de la «Edad de la Imprenta».
El formato es posiblemente una imitación del manuscrito de Maguncia, también llamado Biblia gigante de Maguncia, cuyas 1300 páginas fueron escritas a mano.
El nombre «Biblia de 42 líneas» se refiere al número de líneas impresas en cada página, y es usado para diferenciarlo de la edición posterior de 36 líneas.
Esta edición empezó a prepararse después de 1450 y los primeros ejemplares estuvieron disponibles hacia 1454 o 1455. Fue realizada usando una prensa de impresión y tipos móviles. Un ejemplar completo tiene 1282 páginas y la mayoría fueron encuadernados en dos volúmenes al menos.
Esta Biblia es el incunable más famoso y su producción dio comienzo a la impresión masiva de textos en Occidente. Se cree que se produjeron alrededor de 180 ejemplares: 45 en pergamino y 135 en papel. Tras su impresión, fueron rubricados e iluminados a mano por especialistas, lo que hace que cada ejemplar sea único.
Johannes Gutenberg, impresor, grabador e inventor católico (Maguncia, Sacro Imperio Romano Germánico, c. 14001 -ibídem, 3 de febrero de 1468) fue un orfebre alemán, inventor de la prensa de imprenta con tipos móviles moderna (hacia 1440). Su mejor trabajo fue la Biblia de 42 líneas.
Mucho se ha discutido sobre la verdadera aportación de Gutenberg a la industria de las artes gráficas, aunque de ningún modo se le puede atribuir la invención de la imprenta, cuyos principios eran explotados con anterioridad a sus descubrimientos.
Ya a comienzos del siglo XV se imprimían naipes y estampas con motivos religiosos, mediante la aplicación de una plancha de madera grabada y embadurnada con tinta grasa, sobre el papel o el pergamino. Este procedimiento de impresión, la xilografía, era originario de Extremo Oriente, China o Corea, y entró en Europa a través de Italia.
Tampoco fue mérito de Gutenberg la composición de textos con caracteres móviles, es decir, la fabricación de letras o símbolos individuales. Esta práctica surgió de un modo natural, a través de la necesidad de introducir correcciones en los textos de las planchas xilográficas, ya que era necesario extraer la letra a sustituir y reemplazarla por un taquillo o dado de madera que llevase grabado en relieve el nuevo carácter. El verdadero mérito de Gutenberg fue el perfeccionar estas técnicas hasta conseguir un procedimiento tipográfico que ha permanecido sin apenas cambios hasta los primeros compases del siglo XX.
Para ello procedió a sustituir la madera por el metal, fabricando moldes de fundición capaces de reproducir tipos metálicos suficientemente regulares como para permitir la composición de textos. Fue esta invención, la impresión tipográfica con tipos móviles metálicos, la que dio origen al libro moderno.
Imprenta de la época
Mucho se ha discutido también sobre la autenticidad de sus aportaciones. El hecho de no haber dejado su nombre en ninguno de los libros por él impresos, junto con las sombras que existen en torno a su vida, ha dado pie a atribuir a otros los méritos de su invención. El principal adversario en disputarle el descubrimiento ha sido, y para algunos sigue siendo, Laurens Janszoon Coster, un impresor de Haarlem del que se dice que inventó el tipo móvil metálico unas dos décadas antes que Gutenberg. De hecho, se han encontrado incunables en Holanda, confeccionados con tipos móviles, que muy bien pudieran haber salido de su taller. No obstante, lo defectuoso de la impresión ha llevado a muchos eruditos a pensar que Coster se sirvió de punzones de madera y de moldes de arena fina o de arcilla para fabricar los tipos de imprenta, atribuyendo a Gutenberg el punzón metálico y el molde de fundición, sin cuyo concurso la tipografía no hubiese sido posible.
Su trascendencia
La invención de la imprenta con caracteres móviles, obra del alemán Johannes Gutenberg, es uno de los grandes hitos de la historia de la cultura. La posibilidad de realizar tiradas de múltiples ejemplares de libros facilitó el acceso de un mayor número de personas en todo el mundo al saber escrito y conllevó radicales transformaciones en la política, la religión y las artes.
El impacto de la invención de la imprenta fue tremendo. La producción de libros durante los primeros cincuenta años después de la decisiva aportación de Gutenberg fue, casi con toda seguridad, mayor que en los mil años precedentes.
La imprenta de Gutenberg provocó una verdadera revolución en la cultura. El saber escrito dejó de ser patrimonio de una élite y se extendió a amplias capas de la población. La escritura fue sustituyendo a la tradición oral como forma privilegiada para transmitir conocimientos, a la par que las publicaciones impresas, como libros o periódicos, se generalizaron. A principios del siglo XX la escritura impresa ya era el medio predominante en Occidente para la difusión del saber. Además de su enorme significado para la religión, la política y las artes en general, fue este un avance tecnológico que facilitó todos los demás que le siguieron.
La trascendencia del saber escrito
Los cambios que trajo consigo la imprenta de Gutenberg sólo son comparables a los que está originando la generalización de la informática en el umbral del siglo XXI. El internet, los ordenadores y el teléfono móvil, están sustituyendo a los documentos impresos como instrumentos para transmitir y conservar los textos. Sin embargo, el libro, tal como lo hemos entendido hasta la actualidad, continuará siendo de gran utilidad durante mucho tiempo. Podría decirse que aún vivimos en lo que el sociólogo canadiense Marshall McLuhan denominó la «galaxia Gutenberg», la época de la historia marcada por el predominio de la letra impresa.
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